MIS MANOS

No quisiera ser o sonar poco modesta o pretenciosa, pero que carajo... NO LO PUEDO EVITAR, ¿cómo ser mezquina y restarle méritos a mis manos?, hoy quiero hablar de ellas... hoy se merecen un homenaje.

Lo lógico sería iniciar por (valga la redundancia) el principio, y es que antes de... no me había dado cuenta de la maravilla que me aguardaba al final de mis primeras extremidades... lo digo en serio... nunca antes me habían dicho las maravillas que estas podrían lograr y nunca antes me había percatado "efectivamente" de la verdad en aquella afirmación.

No es que lo acabe de descubrir, ciertamente el descubrimiento tuvo lugar hace algún par de años, pero el día de ayer aquél descubridor, (aquél Colón de mi anatomía en su forma más sublime, delicada y precisa) volvió a hacer gala de su más sutil cortejo... quizás por que se le acabo la cólera... se le acabaron las ganas de luchar (no de discutir... eso lo lleva ...llevamos... en esencia) o quizás por que la convalecencia dio lugar a ese coqueteo que siempre (a pesar del tiempo, sucesos e historias) está presente. Que duerme de vez en cuando y que aparece en los momentos más precisos... más idóneos, más certeros... ¿quizás más nuestros?

Es que mis manos, pues son eso "mías" y perfectas; aún siendo largas, delgadas (digamos huesudas), algo manchadas: "Pecosas" (la herencia de la madre), de uñas cortas... quizás no tanto (lo suficientemente largas como para una francesa de vez en cuando) ... esas manos que según su Colón se mueven de manera elegante y femenina, las que pueden llevarlo a la locura... aún mirándolas ya desde la distancia y deseando volver a tenerlas cerca... volver a conquistarlas... redescubrirlas... hacerlas suyas (una vez más).