Me voy a embarcar en una historia sin marcha atrás; sólo por el simple hecho de que no soy de aquellas que pueden dejar historias sin cerrar…
¿Cómo dejarlo al olvido luego de habernos confesado ambos que jamás dejamos de amarnos? ¿Es posible entonces cerrar historias aún sabiendo que el amor sigue ahí (no podría decir que intacto), ahí y sin avisos de retirada?
¿Cómo pedirle que me espere si ni siquiera él (protagonista importante de la historia) tiene idea de mis proyectos? ¿Cómo hacérselos saber sin caer en mi mayor pecado “la presión”? ¿Cómo decirle: “… no te embarques en ninguna historia… voy en camino…”?
¿Con qué derecho lo pido, si al día de hoy sólo nos unen lindos y maravillosos recuerdos de amor (Quizás en ambos casos: de los mejores de nuestras vidas)?
Entonces… ¿Será preciso demandarlo? ¿Sería importante hacerlo partícipe?
¿Por qué necesitar comunicar los planes para saber sin son los correctos, los adecuados? ¿No será más bien, ese eterno afán de aceptación; que me rodea cuando menos me doy cuenta, cuando estoy en esa búsqueda de aprobación que me devuelve la seguridad en mis decisiones y en mis convicciones?
¿Acaso que él lo apruebe o desapruebe cambiaría mi proyecto de vida?. Pues ¡Ni hablar!, mi proyecto de vida, mi vida, mi plan; ese que tanto dudé en emprender; es, será, y tiene que ser AUTONOMO, libre e independiente. Es decir, imparcial.
Quiero decir que no importan ya los resultados que se obtengan; si no mas bien, ya sólo el hecho de hacerse de la carrera, aún sabiendo que quizás tienes todas las posibilidades de perder (¿Y qué sí de pronto te vez como primera en la meta?). Y es que para eso se preparó la carrerita, para apostar. Y hoy, apuesto por mi vida, por el amor, por la felicidad.
Por ambos.
nAT
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