Con doble cartera en mano (la de mi madre incluída) caminé lo más rápido posible (el frio estaba un tanto insoportable) y entré a un Starbucks que me recibía con la mejor de las calefacciones y el mejor duo que haya podido tener detrás de un counter...
¡¡Hola!! ¿que vas a tomar? (me encanta que me digan Hola, será que naturalmente saludo de la misma forma así me digan ¡Buenas Noches!, ¡Buenos Días! o ¡Buenas Tardes!); Capuccino (super original, ni me lo digan) a lo que de manera super cordial mi interlocutor responde: perfecto, ¿cual es tu nombre? Natalia, digo... y de pronto LA PREGUNTA JAMAS ESPERADA...¿y tu amiga que va a tomar?
Mi mirada era de asombro, y claro, no sólo la mía... la de su compañero también... pasó de todo por mi mente antes de si quiera responder ¿Cómo dices? ... ¿Qué debería responder?...¿Con qué me saldría?... ¿será que sólo debería reírme y obviar tan inesperada y alucinada pregunta?...
Decidí voltear, chequear rápidamente a mi alrededor y fijarme si efectivamente venía acompañada, pensando... Quizás me olvidé que llevaba compañía... ¿Qué amiga? dije... arriesgándome a alguna zarpada... y aún siendo secundada por el compañero: ¿De qué amiga hablas? ¡No seas quemado! ... y la mirada imperturbable y muy dulce (hay que reconocerlo) de mi interlocutor seguía al frente, contestándome tranquila y rápidamente: ¿Y entonces por qué llevas dos carteras?, ¿las dos son tuyas? ... ¡¡¡Porque yo no voy llevando dos billeteras!!!
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