No he acostumbrado tomar decisiones trascendentales en mi vida, proyectos de decisiones sí, pero llevados a cabo: NINGUNO. Y ya viene siendo hora de que la mujer adulta aparezca y con fuerza, con esa fuerza que mis casi 50 kilos me puedan permitir.
Y no es casual todo esto que ha venido ocurriendo en mi vida, no es casual que la imagen de niña quede impregnada en cualquiera que intente verme ya no como tal, si no como mujer; que lo soy, pero que poco lo demuestro en el momento, efectivamente; de tomar decisiones.
La vida se resuelve, se vive y se disfruta. Si me la paso simplemente viviendo, es decir sobreviviendo; no resolveré, o sea; no viviré a plenitud y no tendré el tiempo para disfruta de la misma (que poco me queda).
Vaya enredo; y no culpo a mi cerebro por pensar con tan poco orden en estos días, la vida se me viene poniendo al frente con esa solemne presencia demandante, solicitante, reclamona; diciéndome ¡Resuelve Natalia! ¡Resuelve!. Presentándome situaciones difíciles, únicas, arrolladoras; que no hacen más que confirmarme (una vez más) que la vida me va cobrando peaje (dirán que ya era hora), peaje que se paga o de lo contrario este, convertido o disfrazado ya de decisiones postergadas, viene por detráz cargado de intereses, cargado de adicionales y sin dudar al momento de cobrar por lo adeudado.
Aquí me tienen frente a todo este cocktail de "hechos por resolver", uno detráz del otro. Hechos que no sé ya si decir "lamentablemente" me tienen a terceros involucrados casi involuntariamente y que sé afectarán de manera casi directa en sus vidas, y que (una vez más) "lamentablemente" deben empezar a vivirse, a resolverse y de esa manera vivir luchando, vivir enfrentando, vivir soltando ese cordon umbilical que jamás solté del todo, que jamás dejó de proveer a esta niña que hoy (por fin) decide (del verbo decidir adicionadode acción) ser mujer.
06/04/08
Y no es casual todo esto que ha venido ocurriendo en mi vida, no es casual que la imagen de niña quede impregnada en cualquiera que intente verme ya no como tal, si no como mujer; que lo soy, pero que poco lo demuestro en el momento, efectivamente; de tomar decisiones.
La vida se resuelve, se vive y se disfruta. Si me la paso simplemente viviendo, es decir sobreviviendo; no resolveré, o sea; no viviré a plenitud y no tendré el tiempo para disfruta de la misma (que poco me queda).
Vaya enredo; y no culpo a mi cerebro por pensar con tan poco orden en estos días, la vida se me viene poniendo al frente con esa solemne presencia demandante, solicitante, reclamona; diciéndome ¡Resuelve Natalia! ¡Resuelve!. Presentándome situaciones difíciles, únicas, arrolladoras; que no hacen más que confirmarme (una vez más) que la vida me va cobrando peaje (dirán que ya era hora), peaje que se paga o de lo contrario este, convertido o disfrazado ya de decisiones postergadas, viene por detráz cargado de intereses, cargado de adicionales y sin dudar al momento de cobrar por lo adeudado.
Aquí me tienen frente a todo este cocktail de "hechos por resolver", uno detráz del otro. Hechos que no sé ya si decir "lamentablemente" me tienen a terceros involucrados casi involuntariamente y que sé afectarán de manera casi directa en sus vidas, y que (una vez más) "lamentablemente" deben empezar a vivirse, a resolverse y de esa manera vivir luchando, vivir enfrentando, vivir soltando ese cordon umbilical que jamás solté del todo, que jamás dejó de proveer a esta niña que hoy (por fin) decide (del verbo decidir adicionadode acción) ser mujer.
06/04/08
2 comentarios:
¿Cuán libre te sientes para resolver sola?
Necesitas escapar de otras voces...
exacto..
sin autonomía no hay realidad...
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