Ya decía yo que una pelea no podía durar tanto. Como ya les había comentado en una anterior “entrega” los conflictos con ella finalmente terminaron por explotar en todas las direcciones, llevándonos a romper o casi quebrar una relación (que va, la relación más antigua de mi vida), mi relación con mi madre.
Normalmente cuando algo de ese estilo nos sucedía, me tenía que conformar con su aproximación del tipo indirecto sin mencionar lo acontecido, simplemente actuando “como si nada” y continuando nuestras vidas como normalmente lo hacíamos.
Esta última vez me dije: No, no podemos seguir de esta forma y no era un tema de orgullo, era nada más que un tema de justicia: Las cosas deben de ir siempre en su lugar: una ofensa necesita una aceptación de error, por lo tanto necesita un: perdóname. Nunca estuve segura de si sucedería o no, pero, finalmente y contra todo pronóstico, sucedió; y en el momento más necesitado, finalmente sucedió que un día, el que más lo requería, ella se acercó y me dijo: "Tenemos que hablar". Lo hicimos y sólo me abrazo, la abracé, lloramos y me dijo, sí, lo dijo: ¡Perdóname!
Normalmente cuando algo de ese estilo nos sucedía, me tenía que conformar con su aproximación del tipo indirecto sin mencionar lo acontecido, simplemente actuando “como si nada” y continuando nuestras vidas como normalmente lo hacíamos.
Esta última vez me dije: No, no podemos seguir de esta forma y no era un tema de orgullo, era nada más que un tema de justicia: Las cosas deben de ir siempre en su lugar: una ofensa necesita una aceptación de error, por lo tanto necesita un: perdóname. Nunca estuve segura de si sucedería o no, pero, finalmente y contra todo pronóstico, sucedió; y en el momento más necesitado, finalmente sucedió que un día, el que más lo requería, ella se acercó y me dijo: "Tenemos que hablar". Lo hicimos y sólo me abrazo, la abracé, lloramos y me dijo, sí, lo dijo: ¡Perdóname!
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