sábado, 29 de marzo de 2008

Flor de mediocridad

Hace algunos días invadida ya por la necesidad de hacer uso de mi mejor creatividad (lo mío es el marketing, ahora entenderán), decidí de una vez por todas imprimir aquellos volantes retrasados por un tema no sé ya si sólo económico o mas bien de decidia. Es así que zarpo rumbo al centro de Lima, buscando; "seguro"; el mejor precio, olvidando quizás el crucial tema de la "calidad" (arriesgándome quizás depronto una vez más) trepada en la 35, emprendiendo nuevamente ese "viaje hacia el centro de Lima".

Situada en el punto deseado, inicie la búsqueda del mejor lugar (calificación obviamente bastante subjetiva) y no me pregunten cómo fue que decidí por el lugar que finalmente decidí. Ni yo lo tengo claro al día de hoy.

Presenté mis bocetos con todos los requerimientos necesarios... ¿prueba de color? Sí, la hicimos, tuve que esperar casi DOS HORAS para que pudieran entregarme una estúpida impresión. Con la prueba en mano (la cual pedi llevármela sin ningún pero de por medio... ¿suerte? ya juzgarán ustedes más adelante) y el contrato cerrado, regresé a mis dominios, esperando volver por el trabajo ya listo en 48 horas.

Al volver, dicho sea de paso, dí mayor plazo al señalado; me entregan en las manos el trabajo final y me doy con la (ya sé sonará a cliché) desagradable sorpresa de tener en mis manos algo que YO NO PEDÍ.
Los situo: el volante era simple, blanco y negro en su mayoría y sólo verde (el color de la marca) como adicional. (verde la imagen que tengo el agrado de representar).

En mis manos tenía un verde diametralmente opuesto al verde original, al verde de la prueba de color, al verde (INSISTO) de la marca.

Era como tener una botella de Coca Cola con la etiqueta en lugar de roja; casi rosada... "... este no es el verde..." "...¿Qué pasó?..." Y con mucho descaro y facilismo me responde la responsable: "...¿No es el verde señorita? ..." Que bronca... "... No, ustedes tienen el color original, esto no es lo que yo pedi, no me voy a llevar ese trabajo..." "... Es que señorita, usted se llevó la prueba de color, no es nuestra culpa.

¿Cómo? Imagínense tamaña disculpa... echarle la culpa a terceros (clásico) "... Esa no es mi responsabilidad, si ustedes no conocen su trabajo y tienen problemas de control y procesos es otra cosa, el que hace la impresión no puede aceptar un trabajo sin el color definido... ¿Cómo es posible que hagan una prueba de color, que me hagan esperar casi dos horas por la misma, para que finalmente me entreguen esto? A lo que aquella mujer responde bastante tranquila y suelta de huesos: "... Es sólo un volante, no habrá problema si los entrega así no más..." Flor de mediocridad.

No, no se crean, no los acepté, ahí quedaron y ahora en pleno calor infernal, habiendo perdido más de tres horas y sin volantes en mano... Ah no, perdón... uno llevo en el bolso; el que la mujer luego de tanta insistencia tuvo a bien entregarme para ver si de algo me podía servir... a lo que respondí (y perdónenme ustedes... ya entienden: Mi mal humar) "... ¿De qué me podría servir?.... Sólo para mostrar lo mal que trabajan, sólo para eso..." regresaba a mi tan lejana y distante morada...

Ahí dejé a la mujer y a su hija; muda, sin pronunciar palabra alguna... Es que no me faltaba razón (perdónenme la poca humildad), me encontraba frente a la mediocridad a flor de piel.

nAT
03/08

2 comentarios:

Como un burro amarrado... dijo...

La ley de Murphy en su máxima expresión...la mediocridad también.

Anónimo dijo...

Seguro eran unas marrones¡¡¡
Humigo H.